martes, abril 11, 2006

Literatura de conquista



Nuestra literatura nace en el momento en que España entra en contacto con la tierra americana y en que esa realidad se comunica al mundo europeo, que la recibe con avidez.
El primer nombre propio es el de Cristóbal Colón, quien a inaugura con su Diario de a bordo y con su famosa Carta del descubrimiento.
La necesidad de dar a conocer América a Europa y de difundir los fervores de la aventura hicieron reverdecer un viejo género medieval, el de la crónica. A sus autores se los denominará Cronistas de Indias.
LOS CRONISTAS

Intereses subjetivos, oficiales y de registro histórico
Cuantos después de Colón partieron en pos de América recibieron precisas instrucciones de relatar puntualmente acerca de las cosas de Indias: características del paisaje, clima, accidentes geográficos; descripción de la fauna y de la flora; recursos y riquezas; existencia de minas. Todo ello obedecía a una necesidad política de la corona. La respuesta fue una innumerable producción de relaciones, cartas, memoriales y crónicas escritos por los mismos protagonistas de aquellas aventuras o por cronistas a su servicio. Esos escritos respondían, en todos los casos, a los intereses subjetivos de sus autores: encarecer la propia empresa, la valía delas tierras descubiertas o conquistadas, la importancia de la gesta cumplida y el reconocimiento de los servicios.

Cronistas que responden a intereses subjetivos
En este grupo se incluyen los que escriben por personal iniciativa, o los que lo hacen para informar a la corona. Esta práctica se institucionaliza, respondiendo a intereses oficiales, en 1571, durante el reinado de Felipe II, se instituyó el cargo de Cronista Mayor de Indias.
A los intereses subjetivos de la crónica de Indias responden, también, los cronistas religiosos que narran los avatares de la conquista espiritual.
Finalmente, integran el grupo los narradores indígenas que, en su lengua nativa o en la de sus conquistadores, se empeñan en salvar del olvido la historia de sus mayores o nos dan, desde su ángulo, la otra cara del choque espiritual y cultural entre los dos mundos.

Cronistas que responden a intereses de registro histórico
De la crónica particular, se pasó a una segunda etapa: una producción de auténtico interés de registro histórico, que funcionó como ordenador de las noticias dispersas.

Lectores para la crónica de Indias
Las prensas españolas y de Europa trabajaron con empeño para difundir las noticias de las tierras descubiertas. La crónica de Indias rivalizó en el gusto de los lectores, hasta cierto punto, con el género entonces más leído, el de las novelas de caballerías. Ambas alimentaron el gusto de la época por la aventura y sus horizontes, tan distantes, llegaron a entrecruzarse a punto tal, que los hechos históricos alcanzaron casi la dimensión de la ficción.
El mito de las damas guerreras había sido recreado con singular acierto en uno de los episodios de Las Sergas de Espladián, primero e ilustre vástago del Amadís de Gaula. Su autor, para desgracia de muchos de los que cruzaron a América, ubicó el reino de aquellas bravías señoras en una misteriosa isla “a la diestra mano de las Indias”. La leyenda de El Dorado fue obsesión entre los conquistadores del Río de la Plata y los pobladores de Asunción.
Magallanes bautizó patagones porque asoció a los salvajes y primitivos tehuelches, vecinos del puerto de San Julián, con un personaje del Primaleón, del ciclo de los Palmerines, llamado “Patagón” y con su pueblo de “patagones”, tan indómitos como aquellos nativos. Patagonia es, como California, un topónimo de ficción.
En cuanto a la lengua y al estilo, la prosa de las crónicas indianas se encamina por la senda de la naturalidad y se opone al lenguaje rebuscado de las novelas de caballería.

Algunos cronistas
  • Inca Gracilaso de la Vega

Nació en Cuzco el 12 de abril de 1539. Fue hijo de un capitán español y una princesa incaica. De esta manera se convierte en puente cultural entre Europa y América.
Maneja dos tipos de fuentes: escritas y orales. Es decir, los relatos que en su niñez y juventud recogió de su familia materna y los informes o testimonios que recibió de sus parientes y amigos. También, lo que escuchó a su padre o le proporcionaron después los conquistadores y soldados.
Su obra, Comentarios Reales, intenta vincular constantemente el pasado con el presente. A pesar de la voluntad de ajustarse a la verdad histórica, sus escritos están contaminados con observaciones y conclusiones subjetivas. Esto lo leva a incurrir en errores, tales como la negación de los sacrificios humanos y la desvalorización de la cultura preincaica. Si bien hay quienes la consideran una visión idealizada del Imperio incaico, no puede sostenerse que está deformada en lo esencial.
La elección de la palabra “Comentarios” se explica por su intención de servir de comento y glosa a los cronistas que se habían ocupado de la historia de su patria, así como de intérprete autorizado, por su conocimiento de la lengua de los indios del Perú.

  • Bernal Díaz del Castillo

Cuando se puso a escribir su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España en 1553, lo hizo con la intención de trazar uno de los tantos informes que conquistadores y soldados elevaban con frecuencia a la corona para solicitar prebendas. La relación de sus méritos creció desmesuradamente en un proceso de lenta elaboración. Entusiasmado con su propia obra, la corrigió, enmendó, suprimió y cotejó componiendo la más detallada de las crónicas de la conquista de México.
En líneas generales, se puede afirmar que en todo el extenso relato hay mucho de vanagloria personal. Bernal persigue la fama y, en lo más inmediato, los beneficios materiales.
Muchos lo consideran un libro polémico ya que su objetivo se ubica en el extremo opuesto de los intereses de los cronistas misioneros (la defensa de los derechos del indio): se centra en la defensa de los derechos del conquistador. De allí el título de la obra: Historia Verdadera. Realza su condición de “testigo de vista” y defiende el sentido popular de la conquista.
En cuanto al estilo, se trata de una prosa descuidada y llana pero tiene el don de recrear el pasado. Transmite al lector los momentos de emociòn
La figura de Cortés
En la obra de Bernal, la figura del caudillo sale engrandecida. Es un Cortés rodeado de su gente, que se mueve con sus virtudes y defectos, que va y viene entre la tropa.

  • Ulrico Schmidl

Se trata de un soldado alemán que vino en la expedición de Pedro de Mendoza. Escribió unos comentarios que se publicaron en 1555 en Valladolid. Su crónica tuvo gran difusión. Se trata de un relato soldadesco, de gran interés histórico. No se lo considera, en rigor, literatura latinoamericana por la nacionalidad del autor. Es por esta razón, y por la objetividad en la que se ubica para elaborar sus escritos, se constituye como la primera obra de registro y análisis histórico.

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