martes, junio 24, 2008

Del cielo por asalto a las décadas perdidas - Análisis del informe McBride

Por María Rosa Gómez
La desigualdad cultural en la Sociedad de la Información
El Informe McBride, al dar cuenta de la desigualdad en el acceso a los bienes culturales por parte de los países del Tercer Mundo, advertía -entre otra enorme cantidad de datos e indicadores- que:
  • Los países en desarrollo (Asia, Africa y América Latina) que tienen las tres cuartas partes de la población mundial, sólo disponen de la mitad de los periódicos del total mundial.
  • Ocho países o territorios de Africa y tres países árabes no tienen ni un solo diario.
  • Un gran número de países no tiene televisión. Otros la tienen sólo en centros urbanos.
  • Los países desarrollados tienen más del 95 por ciento de la capacidad de computadora del mundo.
    Datos actuales demuestran que la desigualdad cultural amplió su brecha a niveles no previstos en el riguroso Informe.
  • El 87 por ciento de las ganancias obtenidas en la producción de bienes culturales, se las reparten EE.UU. (55 por ciento de ese total), la Unión Europea (25 por ciento) y Japón (15 por ciento). El exiguo 13 por ciento restante se reparte entre el resto de los países del mundo (América Latina participa de un 5 por ciento). Las cifras corresponden al dossier de Industrias culturales en Argentina del Observatorio de Industrias Culturales (OIC).

El teórico Luis Ramiro Beltrán, informa que "de los 550 millones de computadoras que hay en el mundo, poco más de la mitad están en Estados Unidos, Japón, Alemania, Inglaterra y Francia. Algo más de dos tercios del total mundial de usuarios de Internet -320 millones- corresponden a esos mismos cinco países. Y del total mundial de "internautas" el 57% está en Estados Unidos de América, mientras que en Latinoamérica está sólo el 1%".
En octubre de 2005 se cumplieron 25 años desde que la Comisión McBride presentó ante la XXI Conferencia General de la UNESCO reunida en Belgrado, el trabajo más riguroso y polémico de la historia de la comunicación, el Informe McBride.
El verdadero nombre de ese grupo, creado en 1977 por la UNESCO, era más extenso: Comisión Internacional de Estudio sobre los Problemas de la Comunicación. Lo presidió el irlandés Sean McBride, único caso de alguien galardonado con el Premio Nobel de la Paz y el Premio Lenin, su equivalente en la órbita de los países socialistas. Intelectuales, académicos y cientistas de la comunicación identificarían de allí en más tanto a la Comisión como su Informe, por el apellido de quien la presidió.
Con este encargo, la UNESCO pretendía demostrar y legitimar las denuncias formuladas por el Movimiento de Países No Alineados en Argel, en 1973: "La acción del imperialismo no se ha limitado a los dominios político y económico, sino que comprende igualmente los dominios cultural y social, imponiendo así una dominación ideológica extraña a los pueblos en vías de desarrollo".
En correspondencia con esa afirmación, los No Alineados exigirán a partir de ese momento, avanzar hacia la concreción de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), fundamental para la edificación de un Nuevo Orden Internacional de la información y la Comunicación (NOIIC).
Claro que el contexto internacional de los 80, cuando se entregó el Informe, no era el mismo que se respiraba al momento de la Declaración de Argel. En la década de los 70 los No Alineados (o Tercer Mundo) imponían agenda. El aldabonazo de los tiempos de cambio lo había dado el triunfo de Salvador Allende en las elecciones presidenciales chilenas de 1970, inaugurando "la primera vía pacífica al socialismo". En 1973 se creó la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que jaqueó a los países desarrollados elevando el precio internacional del barril de crudo y se firmaron los acuerdos de paz de Vietnam, donde los EE.UU. había sufrido por primera vez una derrota humillante. Existía el convencimiento de que se podía tomar "el cielo por asalto".
En 1980, en cambio, se imponía en los países de América Latina -los más entusiastas en el respaldo al NOIIC- la Doctrina de Seguridad Nacional, que a sangre y fuego derribó gobiernos constitucionales y sentó las bases para la aplicación salvaje de políticas neoliberales que persisten actualmente. Esta etapa, además, coincidió con el ascenso al poder de Margareth Thatcher, en el Reino Unido y de Ronald Reagan, en los EE.UU., adalides del neoliberalismo, críticos recalcitrantes de la intervención del Estado en áreas de salud, educación, políticas sociales y servicios, entre ellos las comunicaciones.
Reagan y Thatcher propiciaban el "voto calificado" en la ONU y la UNESCO, alarmados ante el voto mayoritario de los No Alineados en esos organismos, producto de los procesos de descolonización y del triunfo de movimientos de liberación en Asia y África. Sin embargo, estos países del Tercer Mundo, también se verían afectados por "la crisis de la deuda", y poco a poco bajarían el tono de sus reclamos ante los países poderosos. Bajo ese nuevo mapa político internacional se presentó el Informe de la Comisión McBride, que se pronunció respecto a cuáles serían -entre otras- las bases para asegurar un NOIIC: el respeto a las identidades culturales y el acceso a las fuentes para toda la sociedad; eliminación de desequilibrios y desigualdades; libertad de prensa e información; supresión de los efectos nocivos de los monopolios; flujo libre y equilibrado de la información; pluralidad de fuentes; el respeto de derecho de todos los pueblos a participar en los intercambios internacionales de información.
La arremetida de las corporaciones de medios y de los países más poderosos no se hizo esperar. Se tildó al Informe de "sovietizante." En 1984 EE.UU. se retiró de la UNESCO y es imitado al año siguiente por el Reino Unido -cuándo no-. En 1982 México suspendió unilateralmente el pago de su deuda externa, que se había elevado en proporción gigantesca por la suba de intereses impuesta por EE.UU.. Hubo un "efecto dominó" en los países del Tercer Mundo, que ya no imponían agenda y, en aras de mostrar buena voluntad y predisposición a los organismos financieros internacionales, desistieron de políticas confrontativas y abandonaron la idea de tomar "el cielo por asalto".


Periodista, integrante del Observatorio de Medios UTPBA

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