martes, junio 24, 2008

Un solo mundo, voces múltiples - Informe McBride

Sean McBride y el Informe "Un sólo mundo, voces múltiples"

Sean McBride era un abogado irlandés que consiguió ser Ministro de Asuntos Exteriores de Irlanda. Además, llegó a ser el Premio Nobel de la Paz en el año 1974 y fue galardonado con el equivalente al Premio Nobel soviético, el Premio Lenin, en 1977. McBride centró sus trabajos en la defensa de los Derechos Humanos y fundó, en 1946, el Partido Republicano Irlandés. A su vez, en 1961 presidió la Organización de Defensa de los Derechos Humanos de Amnistía Internacional y, desde 1974 a 1976 trabajó como Alto Comisionado de las Naciones Unidas en Namibia. En 1977 la UNESCO le nombró Presidente de la Comisión Internacional que se encargaría de desarrollar un estudio sobre los problemas de la comunicación. Estudio que daría lugar al Informe McBride
.


El Germen del Informe McBride
En junio de 1977, Sean McBride pronunció un discurso en la UNESCO sobre el papel de la prensa y la importancia de ésta en la sociedad. El discurso se centró en la fragilidad y la vulnerabilidad de la prensa a consecuencia de las grandes presiones económicas, financieras y políticas que sufrían los medios de comunicación del momento. Estas presiones tenían su origen en los intereses de las multinacionales de los grandes grupos de comunicación.
En ese mismo discurso, McBride sugirió que una organización como la UNESCO tendría que encargarse de investigar la cuestión planteada y que, además, ésta debería proponer un objeto de declaración o, incluso, una convención que intentara proteger el derecho a la libertad de expresión y de información con el fin de evitar que los medios de comunicación fueran manipulados por los gobiernos de turno o por los intereses económicos.
Su dicurso tuvo tanto calado en la UNESCO que, unos meses más tarde,
M. M'Bow, entonces Director General de la UNESCO, le propuso ser el Presidente de una Comisión Internacional que se encargara de estudiar los problemas que existían en el ámbito de la comunicación.
En esa Comisión participaron grandes personalidades del mundo de la información y de la comunicación. Entre ellos destacaron:
Hubert Beuce-Mery, fundador de Le Monde; Gabriel García Márquez, escritor colombiano; Leònidas Zamiatine, Portavoz del Gobierno soviético; y Marshall MacLuhan, sociólogo canadiense.
La Comisión comenzó sus trabajos en diciembre de 1977, trabajos que duraron unos tres años. El propio Sean McBride afirmó que "las circunstancias que rodeaban la creación de esta Comisión no me inspiraban el más mínimo optimismo. En los años 70 las discusiones internacionales sobre el problema de la comunicación habían llegado al estadio del enfrentamiento directo". Estos enfrentamientos se producían entre el tercer mundo, que se quejaban de las informaciones que los países desarrollados divulgaban ya que, creían que, éstas atentaban contra la libre circulación de la información.
Sean McBride y sus compañeros de Comisión intentaron, por todos los medios, analizar la situación de la comunicación desde el punto de vista histórico, político y social porque, según ellos, era la única manera de asegurar el futuro de la sociedad. En el Informe Mc Bride se solicitaba un nuevo papel de los medios de comunicación, un papel que intentara sobrepasar el ámbito de "los primeros auxilios" y que se centrara en ayudar al desarrollo y al cambio de los países menos favorecidos.
A su vez, el Informe se centró en la defensa y la protección de los periodistas que, por su trabajo, suelen ser molestos para los gobiernos, los políticos y los intereses económicos de éstos. Así, Sean McBride dio una gran importancia a la protección de los periodistas de investigación y de los reporteros de guerra.
Además de todo lo anterior, el Informe McBride expone los delitos, cuyo origen está en el poder, que influyen negativamente en el periodismo; y los
derechos y deberes deontológicos del periodista. Entre los deberes se destacaron: la responsabilidad social de los profesionales de la información que implica una serie de obligaciones respecto de la opinión pública; el respeto hacia las leyes, con el fin de que los periodistas no vulneren los derechos de los ciudadanos; y la necesidad de asumir, por parte de los profesionales, la responsabilidad contractual con los medios de comunicación. Es importante añadir que, el Informe McBride, restalta que la libertad de expresión tiene una gran importancia siempre que se ejerza con responsabilidad, relacionando ésta con la ética profesional. Si esto no fuera así se podría producir una distorsión de la información que repercutiría en los ciudadanos, según el informe.


Títulos del Informe McBride

Tras presentar, en 1980, la investigación desarrollada por la Comisión McBride, los miembros de ésta establecieron 82 recomendaciones que quedaron divididas en los siguientes títulos:
· Política de Comunidación para la independencia y el autodesarrollo
· Refuerzo de las licencias para las tecnologías apropiadas
· Nuevas tareas sociales para los medios de comunicación
· Integración dela comunicación al desarrollo
· El recurso de la ética y a las normas para la integridad profesional
· La democratización de la comunicación: Componente esencial del derecho humano
· El refuerzo de la identidad cutural para la dignidad humana
· El acceso a la información técnica: Recursos esenciales para el desarrollo
· Promoción de la cooperación internacional para los mecanismos adecuados
· Miembros asociados del desarrollo: Todos los actores implicados

De todos estos títulos, el Informe McBride insistía en varios de ellos como claves para la creación del Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación (NOMIC). El primero de éstos es el que hace referencia a la Integración de los medios de comunicación, íntimamente relacionado con la informática como punto imprescindible para el desarrollo. En 1980 se preveía ya la gran revolución que traería el avance de la informática y la influencia que ésta tendría en el ámbito de la comunicación. Por ello, el Informe McBride insistía en que era de extrema necesidad que los países del tercer mundo pudieran alcanzar, en igualdad de condiciones, los avances tecnológicos con el fin de mejorar los flujos de comunicación.
El otro de los títulos en los que se hacía incapié es el que hace alusión a la democratización de la comunicación. La investigación que llevó a cabo la Comisión McBride demostró que existía, a nivel mundial, una carencia en la democratización de la información y relacionó este hecho con el artículo 19 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como con el derecho de los ciudadanos a acceder libremente a las fuentes de información. Por ello, la Comisión propuso crear unas líneas de actuación, a nivel internacional, que favorecieran el equilibrio entre las leyes internas de cada país y el derecho internacional. Así, se produciría una verdadera democratización de la información. Además, la Comisión se centró en defender el cumplimiento de los derechos humanos, cuya defensa corresponde en gran medida a los medios de comunicación, y afirmaba que éstos no existirían sin el reconocimiento de la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de información y el derecho de reunión.
Así mismo, la Comisión McBride resaltó la transcendencia que tenía el hecho de crear unos
códigos deontológicos y consideró que éstos debían ser desarrollados por los propios profesionales de la información, algo que ya se recogía en la Declaración de la UNESCO sobre la contribución de los medios de comunicación al refuerzo de la paz y de los derechos humanos. Además, se propuso la instauración de Consejos de Medios de Comunicación ya que la Comisión consideraba que el desarrollo de estos organismos podrían favorecer la participación democrática y la eliminación de las distorsiones de la información que se producían en el ámbito de la comunicación.


Líneas de Actuación del Informe McBride
El Informe McBride se sustentaba en dos premisas claves. La primera de ellas, hacía referencia al poder de informar y al poder de ser informado. El informe venía a decir que ésta era la esencia de la sociedad moderna. De tal forma que, al producirse un aumento de la concentración del poder de informar, éste podría provocar el desarrollo de nuevas maneras de control que llevarían a la desaparición de los poderes en las sociedades. La segunda premisa, hacía alusión a que la información es un recurso de extrema importancia en la sociedad que estaba íntimamente ligado a la comunicación, la tecnología y la cultura. Así, se establecieron cinco líneas de actuación:
· Promover la idea de que la comunicación es un derecho fundamental de los ciudadanos y grupos sociales
· Aminorar los desequilibrios y desigualdades, así como las distorsiones, que se producen en el momento de la difusión de la información
· Promover una comunicación democrática global en la que se respeten las identidades culturales y los derechos individuales de los ciudadanos
· Desarrollar políticas de comunicación, en cada uno de los estados, relacionadas con el proceso de desarrollo
· Investigar cuáles deben ser las bases sobre las que se sostendría el Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC) como parte de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI)

Puntos Fuertes del Informe McBride
Como se ha citado anteriomente, el Informe McBride fijó los puntos sobre los cuales había de construirse el Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación (NOMIC). Éstos eran los siguientes:
· Eliminación de los desequilibrios y Desigualdades entre el tercer mundo y los países desarrollados
· Erradicar los efectos negativos que se producen por la creación de monopolios
· Liquidar las barreras, tanto internas como externas, que impiden la libre circulación y una difusión equilibrada de la información
· Garantizar la pluralidad de las fuentes y los canales de la información
· Garantizar, a su vez, la libertad de prensa y de información
· Aumentar la capacidad de los países del tercer mundo para mejorar la situación, el equipamiento y la formación profesional de los periodistas
· Cooperación de los países desarrollados hacia el cumplimiento del punto anterior
· Respetar la identidad cultural y el derecho de cada país de informar a los ciudadanos del mundo de sus aspiraciones y sus valores, tanto sociales como culturales
· Respetar el derechos de todos los pueblos del mundo a participar en los flujos de información internacionales
· Respetar los derechos de los ciudadanos de acceder a las fuentes de información y de participar activamente en el proceso de comunicación

El Fracaso del Informe McBride
El lema que estuvo presente durante todo el Informe McBride fue la
solidaridad internacional. Para que las líneas de actuación y las recomendaciones de esta Comisión fueran efectivas, éstas debían ser apoyadas por el Sistema de Naciones Unidas y, concretamente, por la UNESCO. El informe se aprobó en 1980, una fecha en la que la revolución tencológica favorecía a los países desarrollados y, sobre todo, a Estados Unidos. Los países desarrollados se sintieron ofendidos con la propuesta porque ésta promulgaba el derecho de todos a acceder a las nuevas tecnologías y el derecho de todos a emitir cualquier tipo de información, hecho que mermaba los intereses económicos de los países desarrollados. Precisamente, con la llegada de Ronald Reagan al Gobierno, Estados Unidos se desmarcó totalmente del Informe McBride y elaboró un programa de desarrollo con unas pautas de actuación contrario a la ONU y a la UNESCO. Este programa norteamericano dejaba ya de lado las propuestas que hacían referencia a la eliminación de los desequilibrios mundiales, al control del monopolio en el campo de la comunicación, la supresión de barreras y la pluralidad de las fuentes y los canales de información, todos ellos aspectos claves en el Informe McBride. Así, Estados Unidos anunció, poco tiempo después, que dejaba de formar parte de la UNESCO. El trabajo de la Comisión presidida por Sean McBride empezó a considerarse, por parte del bando estadounidense, como un "conjunto de proyectos sovietizantes" que eran prácticamente incompatibles con las libertades de las sociedades democráticas.
Estas ideas fueron compartidas, desde que Estados Unidos anunció su retirada de la UNESCO hasta su salida real (1985), por los grandes grupos mediáticos. Los estadounidenses consideraron que el informe "Un sólo mundo, voces múltiples" se convirtió en una obsesión para McBride y lo tacharon de incompatible con la libertad de expresión y la libertad de información. A partir de entonces, Sean McBride empezó a carecer de credibilidad e, incluso, de voz y M'Bow, uno de los grandes apoyos de McBride, fue relevado de su cargo como Director General de la UNESCO. Con la salida de M'Bow de la UNESCO, ésta desarrolló una nueva estrategia de comunicación que eliminaba totalmente las pautas y objetivos del Informe McBride y terminaba para siempre con el espíritu de consenso que había hecho posible su eleboración.
Así, en 1989, se celebra la XXIV Conferencia General de la UNESCO en la que se borran todos los principios que el Informe McBride había promulgado y se vuelve a los inicios de la UNESCO, es decir, vuelven a debatirse aspectos relacionados con los flujos de información y el papel de los medios de comunicación en los países en desarrollo, pero desde el punto de vista inicial de la UNESCO. Un punto de vista que había favorecido siempre a Estados Unidos, desde 1946 hasta 1970, y a los países desarrollados.

Del cielo por asalto a las décadas perdidas - Análisis del informe McBride

Por María Rosa Gómez
La desigualdad cultural en la Sociedad de la Información
El Informe McBride, al dar cuenta de la desigualdad en el acceso a los bienes culturales por parte de los países del Tercer Mundo, advertía -entre otra enorme cantidad de datos e indicadores- que:
  • Los países en desarrollo (Asia, Africa y América Latina) que tienen las tres cuartas partes de la población mundial, sólo disponen de la mitad de los periódicos del total mundial.
  • Ocho países o territorios de Africa y tres países árabes no tienen ni un solo diario.
  • Un gran número de países no tiene televisión. Otros la tienen sólo en centros urbanos.
  • Los países desarrollados tienen más del 95 por ciento de la capacidad de computadora del mundo.
    Datos actuales demuestran que la desigualdad cultural amplió su brecha a niveles no previstos en el riguroso Informe.
  • El 87 por ciento de las ganancias obtenidas en la producción de bienes culturales, se las reparten EE.UU. (55 por ciento de ese total), la Unión Europea (25 por ciento) y Japón (15 por ciento). El exiguo 13 por ciento restante se reparte entre el resto de los países del mundo (América Latina participa de un 5 por ciento). Las cifras corresponden al dossier de Industrias culturales en Argentina del Observatorio de Industrias Culturales (OIC).

El teórico Luis Ramiro Beltrán, informa que "de los 550 millones de computadoras que hay en el mundo, poco más de la mitad están en Estados Unidos, Japón, Alemania, Inglaterra y Francia. Algo más de dos tercios del total mundial de usuarios de Internet -320 millones- corresponden a esos mismos cinco países. Y del total mundial de "internautas" el 57% está en Estados Unidos de América, mientras que en Latinoamérica está sólo el 1%".
En octubre de 2005 se cumplieron 25 años desde que la Comisión McBride presentó ante la XXI Conferencia General de la UNESCO reunida en Belgrado, el trabajo más riguroso y polémico de la historia de la comunicación, el Informe McBride.
El verdadero nombre de ese grupo, creado en 1977 por la UNESCO, era más extenso: Comisión Internacional de Estudio sobre los Problemas de la Comunicación. Lo presidió el irlandés Sean McBride, único caso de alguien galardonado con el Premio Nobel de la Paz y el Premio Lenin, su equivalente en la órbita de los países socialistas. Intelectuales, académicos y cientistas de la comunicación identificarían de allí en más tanto a la Comisión como su Informe, por el apellido de quien la presidió.
Con este encargo, la UNESCO pretendía demostrar y legitimar las denuncias formuladas por el Movimiento de Países No Alineados en Argel, en 1973: "La acción del imperialismo no se ha limitado a los dominios político y económico, sino que comprende igualmente los dominios cultural y social, imponiendo así una dominación ideológica extraña a los pueblos en vías de desarrollo".
En correspondencia con esa afirmación, los No Alineados exigirán a partir de ese momento, avanzar hacia la concreción de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), fundamental para la edificación de un Nuevo Orden Internacional de la información y la Comunicación (NOIIC).
Claro que el contexto internacional de los 80, cuando se entregó el Informe, no era el mismo que se respiraba al momento de la Declaración de Argel. En la década de los 70 los No Alineados (o Tercer Mundo) imponían agenda. El aldabonazo de los tiempos de cambio lo había dado el triunfo de Salvador Allende en las elecciones presidenciales chilenas de 1970, inaugurando "la primera vía pacífica al socialismo". En 1973 se creó la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que jaqueó a los países desarrollados elevando el precio internacional del barril de crudo y se firmaron los acuerdos de paz de Vietnam, donde los EE.UU. había sufrido por primera vez una derrota humillante. Existía el convencimiento de que se podía tomar "el cielo por asalto".
En 1980, en cambio, se imponía en los países de América Latina -los más entusiastas en el respaldo al NOIIC- la Doctrina de Seguridad Nacional, que a sangre y fuego derribó gobiernos constitucionales y sentó las bases para la aplicación salvaje de políticas neoliberales que persisten actualmente. Esta etapa, además, coincidió con el ascenso al poder de Margareth Thatcher, en el Reino Unido y de Ronald Reagan, en los EE.UU., adalides del neoliberalismo, críticos recalcitrantes de la intervención del Estado en áreas de salud, educación, políticas sociales y servicios, entre ellos las comunicaciones.
Reagan y Thatcher propiciaban el "voto calificado" en la ONU y la UNESCO, alarmados ante el voto mayoritario de los No Alineados en esos organismos, producto de los procesos de descolonización y del triunfo de movimientos de liberación en Asia y África. Sin embargo, estos países del Tercer Mundo, también se verían afectados por "la crisis de la deuda", y poco a poco bajarían el tono de sus reclamos ante los países poderosos. Bajo ese nuevo mapa político internacional se presentó el Informe de la Comisión McBride, que se pronunció respecto a cuáles serían -entre otras- las bases para asegurar un NOIIC: el respeto a las identidades culturales y el acceso a las fuentes para toda la sociedad; eliminación de desequilibrios y desigualdades; libertad de prensa e información; supresión de los efectos nocivos de los monopolios; flujo libre y equilibrado de la información; pluralidad de fuentes; el respeto de derecho de todos los pueblos a participar en los intercambios internacionales de información.
La arremetida de las corporaciones de medios y de los países más poderosos no se hizo esperar. Se tildó al Informe de "sovietizante." En 1984 EE.UU. se retiró de la UNESCO y es imitado al año siguiente por el Reino Unido -cuándo no-. En 1982 México suspendió unilateralmente el pago de su deuda externa, que se había elevado en proporción gigantesca por la suba de intereses impuesta por EE.UU.. Hubo un "efecto dominó" en los países del Tercer Mundo, que ya no imponían agenda y, en aras de mostrar buena voluntad y predisposición a los organismos financieros internacionales, desistieron de políticas confrontativas y abandonaron la idea de tomar "el cielo por asalto".


Periodista, integrante del Observatorio de Medios UTPBA